domingo, 5 de agosto de 2007

EL CAMINO INTERIOR

Las faltas parecen como tales para las criaturas ignorantes.

MEVLANA JALALUDIN RUMI


El hombre debe reconocer su ignorancia y su error para alcanzar el bautismo de la luz y la vida interior.

LANZA DEL VASTO


Reconoce tus errores y elige abandonarlos.

UCDM














Tú tienes, por naturaleza, el conocimiento del Uno, de que vives en unidad con todo lo vivo.

Pero si utilizas este conocimiento para tu propio interés, comienzas a creer que estás separado de esa unidad universal, porque conviertes ese conocimiento interior en una percepción exterior vacía de substancia.

Así, tú, separado al preferirte a ti mismo, niegas tu identidad original y te crees que eres el centro del mundo porque piensas que eres el dios de ti mismo. Esto es el egoísmo, y lo desarrollas:
. Atacando para recibir y defendiéndote para no dar.
. Deseando los dones e ignorando a las personas.

Pero lo que tú nunca podías saber es que la consecuencia inmediata de este error, de esta creencia, es el dolor en todas sus facetas: El terror, el odio, los celos, la ira, la culpabilidad, el conflicto, etc. Y te conviertes en un hombre caído, porque:

. Lo animal invade el plano de tu inteligencia.
. La inteligencia olvida que su verdadera identidad es lo Uno, y se limita a cubrir las necesidades de tu cuerpo.
. Al limitarte de esta manera, tuyo es el camino de la muerte. Tú mismo te matas porque te consagras a la nada cuando te separas de la unidad.

Ya, caído, pierdes la noción de lo que es real y te dejas guiar por tus propias ilusiones, con lo que ignoras lo que eres tú mismo y te pasas la vida auto-engañándote:

. Dices desconocer tu origen.
. Niegas tu identidad común con todo lo vivo.
. No sabes cual es la finalidad de lo que te rodea.
. No sabes cual es tu relación con los seres que te rodean.

De este modo, te crees que eres una multitud de personajes, contradictorios entre sí, que usas según te piden las circunstancias, tal como ya dijo Lanza del Vasto:

Estamos en vidas hechas, como quien se pone un traje hecho. No somos nosotros los que hacemos nuestras vidas; nos limitamos a entrar en ellas; pues esa vida profesional, o intelectual, o religiosa, o familiar, ya está hecha; es una especie de máquina que funciona sola: a talentos iguales, a vitalidad y salud iguales, los hombres son intercambiables.

¿Y nosotros? ¿dónde estamos ahí dentro? ¿y cuándo nos encontramos con nosotros mismos? ¿quién nos ayuda a encontrarnos en medio de tantas cosas, de tanta gente, de tantas instituciones, cuyo objetivo es apartarnos de nosotros mismos? (Lanza, 1989:113)



TUS NECESIDADES FALSAS

Cuando te ocultas a ti mismo que tu espíritu es, en realidad, el supremo absoluto, crees que tú mismo eres esas cualidades tuyas que no son permanentes: El intelecto, las emociones y el cuerpo físico. Y cuando te identificas con esto que no eres, crees tuyos la dualidad, el sufrimiento y el dolor.

Estar separado de los seres y del mundo que te rodea es una apariencia, una ilusión tuya. No reconoces tu auténtica naturaleza cuando te identificas con la ilusión de tu individualidad.

Puedes comprender esto cuando piensas que fuiste hecho a imagen y semejanza del Amor. Esta idea no significa que el Amor se parezca a tu imagen humana, sino que tú has de buscar en ti mismo hasta encontrar que eres, verdaderamente, ese Amor.

Pero si en vez de buscar el conocimiento atiendes a tus ilusiones, estás construyendo un mundo que no es real. Así, tus acciones, que proceden de la base falsa de tus ilusiones, son los hechos de alguien que, al haber olvidado quién es, no sabe lo que hace.

Y ya estás enganchado a la larga cadena de la ignorancia, en la que cada eslabón es una necesidad falsa. El primer eslabón es tu necesidad de sentirte culpable, porque te crees indigno, manchado, y que no mereces lo que es bueno. Esto te hace ser muy severo con los demás y demasiado perezoso para ocuparte de ti mismo.

El segundo eslabón es tu necesidad de creerte que estás solo, porque tienes miedo ya que te identificas con personas y cosas a las que te apegas. Y estás siempre tenso, preparado para defenderlas porque estás convencido de que pueden ser atacadas.

Así, puedes seguir la cadena de tus necesidades falsas hasta aburrirte, porque tus ilusiones únicamente pueden generarte miedo, dudas y ataque, mires donde mires y hagas lo que hagas. Este, tu único error, sólo puede, y podrá, ser no reconocer a tus ilusiones como tales, porque lo que no es bueno para ti, para tu espíritu, que es lo verdadero, nunca puede ser creado y, por lo tanto, como no existe, no puedes protegerlo por más que te empeñes.

Pero si te obstinas en seguir agarrado a tus ilusiones, te destruyes, te carcomes a ti mismo con el sufrimiento constante, Y, además, tu necesidad de creer en ilusiones, junto a la necesidad de creer en ilusiones que tienen las personas que te rodean, hace que en torno a todos se construya un tejido social basado en la ignorancia de lo real, de lo Uno. Abdelmumin Aya dijo al respecto:

El Sistema está creado por Shaitán para someternos. Su genialidad reside en que no lo mantienen los criminales, los canallas o los mafiosos. No, los que de verdad mantienen el Sistema son los narcotizados, los que están dormidos, los hombres que sólo producen y consumen, los que no tienen el menor interés por profundizar en conocerse a sí mismos. (Aya, 1998)


TU VIDA IGNORANTE

Lo único importante para ti es que te corrijas la visión que ahora tienes del mundo, porque nunca puede haber una cosa o una persona que sea culpable de nada en tu vida, ya que sólo tú puedes decidir qué sistema de pensamiento quieres alimentar.

Si te encuentras enfermo, débil o angustiado, solamente se debe a tus creencias y a que tú obstaculizas, de alguna manera, a la energía universal para que no fluya a través de ti.

Este es tu único error, que no entiendes tu realidad, clara y maravillosa, en ti. Esta es tu ignorancia y esta es la causa de todo lo que consideras tus males. Así, ignoras dos cuestiones fundamentales para tu existencia:

1- Ignoras quién eres.
2- Ignoras qué efectos generan tus pensamientos.

Tú estás equivocado, pero no sabes que te equivocas, pues cuando te das cuenta, puedes estar seguro que de inmediato te corriges. Estás confundido porque una de tus creencias es que consideras que la oscuridad tiene capacidad para ocultar algo. Crees que lo que no se puede ver con los ojos del cuerpo no existe, y esto es negar tu visión espiritual.

Así te engañas a ti mismo, pero no lo adviertes, no sabes que estás sordo, mudo y ciego a tu propia realidad. Este es el gran error, que ignoras tu situación. No sabes de ti mismo, no conoces tus propios engaños, ni tus vanidades ni tus conflictos. Así te limitas, te niegas la libertad excelsa que te produce el conocimiento de tu verdadero Ser.

Si no tienes tiempo para ti, ni no puedes parar de tus ocupaciones cotidianas, es seguro que estás intentando esconderte a ti mismo un gran miedo a escucharte y a atenderte.

Y tu orgullo es el síntoma que mejor define tu estado de ignorancia, porque cuando ignoras te imaginas que eres importante y cuando conoces, sabes que sólo la Unidad de todo lo vivo es grande.

Desde este punto de vista, ignorar no es evadirte de lo que crees tu realidad de dolor, sino que tu ignorancia proviene de no conocer tu verdadera identidad.

Un escritor que ya no podía más con su desesperación de tanto sufrimiento, terminó uno de sus textos con la siguiente frase:

Déjame vivir ignorando la cruda realidad que me persigue.

Este escritor ignora su realidad espiritual y cree que su verdadera realidad son las apariencias, la separación y el sufrimiento. Pero este escritor no sólo habla de sí mismo, sino del sentir general.

Lo más normal es que tú no analices por qué vives en un mundo de dolor, ni que te intereses por las causas del dolor ni, por supuesto, por sus soluciones. Y es lo más normal, como dice este escritor, que creas que estás bien cuando vives intentando obviar ese dolor que te causa el conflicto de la separación a través de las salidas que te parecen más fáciles, pero que son la trampa que siempre te mantiene en el mismo sitio:

. Te evades con el alcohol u otras drogas.
. Te evades a través de los sentidos físicos, con el sexo, la comida, el trabajo, etc.
. Te evades con la dejadez, cuando retrasas lo que sientes muy importante hacer.

Este intento de evasión es la demencia del error, puesto que tu mente pierde la cordura e intenta que tus ilusiones ocupen el lugar de la verdad.

Vuelcas tu existencia en los sentidos: No sabes. El cuerpo puede ser el medio por el que te engañas aún más. Puedes convertir a tu cuerpo en la causa de todas tus ilusiones y creer que esas ilusiones son la prueba de que lo que no es real lo es.

Puedes jugar a creerte que eres un cuerpo que es presa del dolor, de la culpabilidad y de la muerte. Pero estos sentimientos sólo tienen que ver con tus pensamientos. Es una creencia que tienes en tu sistema de pensamiento que te dice que tu esencia es variable y que cambia debido a causas que no están bajo tu control.

El dolor quiere hacerte creer que la muerte es la vida, ¡fíjate qué locura!, puesto que la destrucción de tu verdadero ser es imposible.

“Candiota”, poeta popular de La Alpujarra, escribió un sentido poema a la muerte de uno de sus compañeros en la poesía, en el que incluyó la siguiente quintilla, que define con pasmosa exactitud, y sin mucha complicación, el lugar que habitamos las personas:

Ya no te duele la herida
que no hemos podido verte,
tu alma ya desprendida
ha pasado por la muerte
para llegar a la vida. (Criado, 1998)


De esta manera, que tu mente esté a la deriva, sumergida en tus ilusiones define tu flaqueza espiritual. Y lo notas cuando te proyectas en los demás para sacar provecho de ellos, sobre todo con tu ira, que te hace parecer poderoso, y con tu sexo, que te hace creer poderoso. Pero eso es sólo una exteriorización de tus miedos, de tu falta de voluntad.


SAL DEL ERROR

Ya sabes que tu único error es confundir tu identidad con tus ilusiones. Entonces, no conoces tu verdadera naturaleza y te conviertes en ignorante.

Aunque esta ignorancia no debe hacerte creer que eres culpable de algo, sino que, simplemente, es señal de que como no te conoces, no puedes entenderte. Pero la verdad te pertenece y está más allá de tu capacidad para destruirte. Acéptala, está totalmente a tu alcance. Te pertenece, es tuya porque forma parte de ti desde toda la eternidad.

Verdaderamente tu creencia en el error no amenaza en absoluto a tu realidad. Sólo tu propio error es vulnerable porque eres libre para establecer tu sistema de pensamiento donde mejor te parezca, aunque sólo eliges adecuadamente si recuerdas que como espíritu eterno, eternamente estás en estado de gracia.

Sal del mundo. Sal del exterior.

Entra en ti. Pon tu atención dentro de ti.

Tú eres lo que eres ante ti mismo, no en lo que aparentas ante los demás. La oscuridad que te envuelve nunca puede ocultar nada, únicamente está en ti para que salgas de ella. La santidad te espera. La santidad es luz y la oscuridad es falta de luz.

Elige salir del error. Es mucho más fácil que aceptes la realidad, que vivir sometido a tus continuos intentos fallidos para convencerte a ti mismo de que tus ilusiones son la realidad. Elige lo que has venido a elegir a esta vida.

Tal vez te sea útil el siguiente esquema para deshacer tu error:

1. El sufrimiento procede de tus ilusiones.
Tu sufrimiento es el dolor físico y es tu sensación de vacío, de insatisfacción.

2. La causa de tus ilusiones es tu deseo egoísta.
Estás educado en los apegos, en la necesidad de identificarte con causas exteriores a ti, y tu felicidad parece ser satisfacer los deseos de tu cuerpo. Pero tu felicidad real consiste en deshacer las cadenas que te atan a la materia para liberarte del dolor y llenarte de alegría y del Amor.

3. Tu sufrimiento se acaba cuando cesa tu deseo egoísta.
Y cuando superas tu ego conectas tus creencias con tu Ser verdadero y alcanzas una visión adecuada del mundo. Comienzas a hacer perfecto cada aspecto de tu vida y elevas tu conciencia, porque armonizas tus emociones, tus palabras y tus hechos.

Ya no aceptas el error en ti ni en los demás, sólo lo reconoces y eliges abandonarlo. Eliges tu unión con todo lo creado y así desaparece, como si nunca hubiese existido, aquella separación que antes creíste tuya.

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