domingo, 5 de agosto de 2007

TUS PALABRAS TE CREAN

Guardaos, pues, de las murmuraciones vanas, preservad vuestra lengua de maledicencias, porque el dicho más secreto no deja de surtir efecto, y una boca mentirosa da muerte al alma.

SIRÁCIDA



Dios no ama la difusión del mal por la palabra, con excepción de quien es oprimido y lo difunde.

EL CORÁN


La palabra crea la limitación, y una mente que no está funcionando a base de palabras, no tiene limitación alguna, no tiene fronteras, no está amarrada.

KRISHNAMURTI












Tu pensamiento es abstracto y cada idea que te surge es parte de esa abstracción. Y en cada idea pones tu intención, tu voluntad de creación.

Si tu idea no se materializa, vuelve a la abstracción pero también puede volver periódicamente a tu pensamiento. Esto te hace dudar y no te permite fecundar otras ideas porque te absorbe, te paraliza. Limitas tu conciencia porque no realizas tu voluntad de creación.

Tu mente está bloqueada y expresas ese bloqueo a través de tus palabras. Hablas y hablas en vano. Tus palabras son pura retórica, te sirven para esconder tu miedo. Y las utilizas para crear tópicos ante los demás, en un intento de que nadie te vea paralizado.

Si tu idea es fecunda y genera acción, concreta una parte de tu pensamiento y lo hace materia. Pero a través de la mente de los demás, tu idea puede tomar dos direcciones:

- Vuelve a la abstracción al ser percibida en su aspecto material.
- Genera nueva acción creativa.

Desde esta perspectiva, tú apenas necesitas hablar, tu lugar es el silencio. Y las pocas palabras que digas deben ser, siempre, indicio de verdad.

Puedes deducir de estos dos procesos, que van desde tu mente hasta la expresión de tus pensamientos, que la única comunicación posible ha de ser honesta, abierta y clara. Esto significa que debes de mostrarte tal como eres, sin recelo ni vergüenza, sin esconderte detrás de las ideas de lo que te gustaría ser o de lo que a otros les gustaría que tú fueses.

Ten el coraje de ser honesto para verte y aceptarte tal como eres, como principio del trabajo con tu propia persona. Si no te aceptas, te entregas a que te gobierne una máscara que en ocasiones te hará sentir seguro pero que, en el fondo, te hace sufrir porque esa máscara es un autoengaño, tú mismo te engañas porque no quieres ver cómo eres realmente.

De esta manera estás en manos de la máscara: Con la ansiedad, porque te da miedo que los demás sepan cómo eres, y con la timidez, porque obstaculizas tus relaciones de afecto con el resultado de tu inseguridad ante los demás.

Pero puedes salir de esta situación si tienes el valor de comunicar tus debilidades y fracasos. Si, aunque a veces te parezca que no eres bien entendido, dices tus palabras para que hable el Amor por todos y por ti mismo.

Aunque te cueste un esfuerzo y te embargue ese delicado sentimiento de vergüenza, habla sobre tus errores, con la intención de no quererlos para ti ni para nadie, y tu palabra será limpia y clara y purificará a quienes la escuchen.

Esta es la forma de liberarte, de ser libre. Habla, compartir tus errores te abre a los demás. Así se desvanecen tus tensiones, porque encuentras que no tienes nada que esconder y, por tanto, no te interesa saber qué piensan los demás sobre ti. Así, también, los demás te respetan porque ya no te rechazan por tus defectos sino que, ante tu valentía, te valoran por tus virtudes. Y, así, tus relaciones son sinceras y profundas, porque tu sinceridad te hace afianzar tus amistades y crecer tu autoestima, lo que te permite aceptarte tal cual eres.

No hagas alardes, sé muy tranquilo en tus palabras para hablar claro y concreto. Esto es lo único que necesitas para reconocer ante otra persona tus dudas y errores. Así, pones a la palabra en su justo lugar, en el silencio, porque con ella no se definen los sentimientos, sino que los sentimientos se definen con hechos.



¿POR QUÉ TUS PALABRAS EXPRESAN EL ERROR?

“Si limpias tus manos antes de comer, limpia tu mente antes de hablar”. Esta es una hermosa frase y fíjate cuánta verdad encierra, ya que tu palabra es la voz de tu pensamiento y tu pensamiento es lo que genera tu mente.

Y niegas a tu mente cuando te dedicas a expresar, por norma y sin llevarlos a la corrección, los errores que te parece ver. En vez de ello, potencia tu energía mental creando lo que es verdad y manteniéndolo en tu mente.

Pero, ¿por qué niegas a tu propia mente?. ¿Por qué tu mente está enfocada a ver el error en todas partes, a no solucionarlo y a mantenerlo?. Todo esto es debido a tus propias creencias, al sistema de pensamiento que rige a tu mente y que se afirma con tus palabras y se expresa con tus acciones.

La causa de que tus palabras expresen el error y no la bendición del Amor puede estar basada en:

- Crees que eres sólo materia, carne destinada a la muerte.
No crees en la unidad de las mentes, en la Mente Una, y crees que tu relación con las personas es fingir cortesía ante ellas y criticarles después.

- Crees que tu experiencia propia es universal y la dogmatizas.
Piensas que todos los demás seres han de pasar por tu mismo proceso vital. Esto te lleva a juzgarles y a castigarles en tus pensamientos porque te parece que se salen de lo que, según tú, es la regla.

- Te crees infalible, exento de error.
Como nunca reflexionas sobre tus acciones ni sobre sus causas, no conoces tus errores y piensas que son los demás quienes se equivocan.

- Tienes complejo de inferioridad y en todo momento intentas demostrar lo contrario.
Por ello, como te sientes manchado, inseguro y sin derecho al Amor, te justificas intentando llevar a los demás a esa misma situación.

- Crees que el lugar donde vives es el mejor del mundo.
Y esta es otra de tus reglas para juzgar a los demás, ya que no hacen lo que, según tú, es lo mejor.

- Crees que nadie aprecia la vida como tú.
Y te conviertes en un “gourmet” para buscar exquisiteces sin cesar con el fin de embotar tus sentidos, de animalizar tu cuerpo y de negar tu espíritu.


LA PALABRA TE HACE

Tu verdadero lenguaje es la mente, el pensamiento. Pero tu mente no necesita comunicarse con las demás mentes porque lo sabe todo, ya que todas las mentes son Una. Por esto, más que hablar, calla, practica el silencio.

No obstante, puedes elegir dar a tus palabras la función de estar supeditadas al entendimiento con tu propio pensamiento, o, bien, puedes darles la función de que te expreses a través de tus sentidos corporales.

La palabra puede quitarte la posibilidad de que entiendas el pálpito de la vida. Esa prosa que ordena tus pensamientos y clasifica todo lo que te rodea es una forma de distancia. Elige, pues, expresar tu voluntad y habla de:

- La bondad.
- La armonía.
- El espíritu.
- La felicidad.
- El entendimiento.
- La unión.

Y di, haciendo tuyo el momento en que te expresas, haciendo tuyo cada uno de los momentos de tu vida:

- Quiero.
- Deseo.
- Espero.
- Amo.

Di lo que sientes tuyo en ahora, en presente, no en otras formas verbales que te pueden hacer expresar impotencia y lejanía sobre tus propias creencias. Cada palabra tuya indica que uno de tus pensamientos comienza a hacerse materia. Así creas tu energía mental en el mundo físico y ves tus propias creaciones cuando oyes tus palabras.

Así, tu palabra eres tú mismo. Afírmate y sé auténtico, un ser verdadero:

- Cumpliendo lo que dices.
- Creyendo en la palabra de los demás.
- Callando, estando en silencio, en vez de hablar en vano.


TU PALABRA TE HACE

Si tus palabras hablan de paz y armonía, tu conciencia no tarda en resplandecer y tú te conviertes en una presencia que bendice a toda vida. Y esto es así aunque no lo creas. Tú mismo puedes comprobarlo, y de hecho ya tienes alguna experiencia sobre esto. Si repites continuamente unas palabras concretas, la idea expresada por esas palabras es asimilada por tu subconsciente y se convierte en tu propia creencia.

Tu palabra da forma a la energía, crea lo que dices. Por esto es de uso común la norma de hablar de forma pacífica y armoniosa, para que la vida que crean las palabras sea amorosa. Esta idea está citada de forma precisa en La Biblia (Proverbios 16,24):

Panal de miel son las palabras amables,
dulzura para el alma y medicina para el cuerpo.

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